miércoles, 23 de noviembre de 2016

La batalla de Issos (II)

Pero Alejandro tenía el mismo plan, así que vencería el que realizara su plan con mayor rapidez. De este modo, el macedonio envió a algunas unidades de su caballería de Compañeros dirigidos por Alejandro, y con el apoyo de los agrianes y otras tropas ligeras situadas en este flanco.  El cruce del río (en un vado de arroyo pobremente guardado por Darío) funcionó demasiado bien: el flanco derecho atacó, abandonando su posición original, mientras el centro pasaba a la defensiva. Esto abrió momentáneamente una brecha en la línea de combate macedónica. De haber explotado esta ventaja, Darío podría haber empujado al ejército macedonio hacia el mar, pero no lo hizo.

Alejandro, sin embargo, en lugar de retirarse para cubrir el hueco entre la caballería y las falanges, desvió a sus Compañeros sobre el flanco izquierdo persa, creando confusión en las filas enemigas y rompiendo su cohesión. Mientras el Gran Rey intentaba en vano maniobrar su ejército para enfrentarse a la nueva amenaza, la falange e infantería pesada de Alejandro cargaron en el centro, acabando con el poco orden que existía en el ejército persa.

El frente de la infantería persa ocupaba casi todo el terreno, por lo que el combate de las caballerías en el flanco derecho persa quedaba confinado prácticamente a la playa. Pero la prisa de Darío por iniciar el combate, le impidió contar con su mejor caballería, los catafractos de las mesetas iranias, por lo que sólo contaba con caballería ligera. La ausencia de la caballería pensada persa, fue un gran error, pues privó al ejército de Darío de una importante potencia de choque que, tal vez, hubiera podido contrarrestar la caballería pesada macedonia.

Los persas tenía muy pocas posibilidades de vencer porque, aunque muy superiores en número, sus tropas de infantería (a excepción de los mercenarios griegos) no podían aguantar una carga de la caballería pesada macedonia. Darío, que jamás se había enfrentado a los macedonios, no pudo imaginar el ímpetu y la calidad de este cuerpo de caballería de élite, por lo que supuso que su infantería ligera podía entretenerla el tiempo suficiente como para ganar cierta ventaja. Pero la realidad fue que la infantería persa se desarboló en el primer envite y, para colmo, los jinetes hircanianos y medos, aunque de probada valentía y calidad, al ser superados en número acabaron huyendo también. De este modo, el ala izquierda persa se colapsó en su totalidad. Por contra, la caballería ligera macedonia, comandada por Parmenion, aunque muy inferior en número a la enemiga, logró resistir el tiempo suficiente como para que se decidiera el combate.


Pero el desastre final aún estaba por llegar. Hasta el momento, los persas habían resistido en su flanco derecho (infligiendo serias pérdidas al flanco izquierdo de la caballería Tesalia de Alejandro en el proceso), pero se hundieron al ver huir al resto del ejército. Según se desenvolvía la batalla y las tropas comenzaban a retirarse, el conglomerado de sirvientes que Darío había desplegado en la retaguardia de su ejército entorpeció la retirada ordenada de las tropas persas, lo que permitió a la caballería macedonia acabar el trabajo: el resultado de la contienda fue una verdadera carnicería. Darío viró su carro cuando vio caer el ala izquierda, huyendo del campo de batalla.

La batalla de Issos fue una victoría decisiva para los griegos, y marcó el comienzo del fin para el poder persa. Fue la primera vez que el ejército persa era derrotado con el rey Darío III. Después de la batalla, los helenos capturaron a Estatira, la mujer de Darío, a sus hijas, Barsine-Estatira y Dripetis, y a su madre, Sisigambis, las cuales acompañaban al rey en su campaña. Alejandro, que más tarde desposaría a Barsine-Estatira, las trató con gran respeto.

  Sisigambis y Estatira ante Alejandro y Hefestión tras la batalla de Issos.

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