La caballería
Pero si el ejército de Alejandro
contaba, en el 334 a. C., con un total de 24 000 soldados de infantería,
su caballería estaba compuesta por la nada desdeñable cifra de 3 300 de
caballería, dividida en dos grupos: pesada y ligera.
El
fundamento de la caballería era el ile de 200 hombres, bajo el mando de
un ilarca, que a su vez se dividía en cuatro tetrarquías de 49 hombres
cada una, al mando de un tetrarca. La formación que adoptaba el ile era
la cuña, una innovación de Filipo, el padre de Alejandro. Ésta se
disponía con el tetrarca en la punta y los oficiales de alto rango
situados en el centro de la formación y en cada extremo de una línea
base de 18 hombres. Probablemente, el ilarca iba acompañado de un
trompeta, que transmitía, de este modo, las órdenes a los cuatro
comandantes.
Formación en cuña de la caballería macedonia
Las cuatro cuñas se situaban en una línea
de batalla de escuadrón, con espacio suficiente para que cada hombre
pudiera maniobrar sin chocar entre sí durante la carga; algo que sucedía
con frecuencia, ya que el espacio de cada jinete se ampliaba cuando los
caballos, al galope, trataban de mantener la distancia con los otros
animales. Tal era la importancia de la caballería, que cada jinete
disponía de su mozo de cuadra, que, durante la batalla, se situaba
detrás del escuadrón, atentos a cualquier requerimiento de los jinetes
que, además, eran los dueños de sus propios animales. La importancia de
los caballos de guerra era tal, que el propio Alejandro, sus principales
generales y, por supuesto, el resto de los jinetes solían marchar a pie
para mantener frescos y a punto a sus monturas.
El
objetivo de Alejandro en combate era hacer avanzar el ejército de forma
oblicua para dislocar las líneas persas mientras trataban de envolverle
por la derecha. De este modo, el rey de Macedonia mantenía a raya a la
columna de caballería persa que trataba de envolver su flanco derecho
con cargas sucesivas de su caballería ligera, cuyos escuadrones atacaban
por turnos. Dado que la caballería persa se veía obligada a avanzar
hacia la derecha, perdía contacto con su principal línea de batalla y
ese era el momento en el que Alejandro avanzaba en línea recta con su
caballería pesada. La formación de cuña era la que proporcionaba la
flexibilidad y la rapidez de reordenar el eje de ataque según las
circunstancias.
Los hetairoi: La caballería pesada o
"caballería de los compañeros", era reclutada entre la
nobleza de Macedonia. Constaba de 3 000 caballeros al principio de las
campañas de Alejandro, de los cuales solo la mitad le acompañaron a
Asia.
Este voluminoso contingente se organizaba en ocho
escuadrones (ila) comandados por un ilarca, dividido a su vez en dos
lochoi organizados en dos tetrarquías de 50 caballeros, bajo el mando de
un tetrarca. El primero estos escuadrones era el Escuadrón Real, que
constituía la vanguardia de la unidad y ostentaba la posición de honor
en la línea de batalla. El Escuadrón Real, en cuyas filas luchaban los
Compañeros personales, estaba formado por el doble de hombres que el
resto. Los siete restantes, cuya fuerza habitual era de 200 lanzas cada
uno, formaban a la izquierda de este Escuadrón, según el orden de
prioridad del día. La formación táctica básica de la tetrarquía era la
cuña que, en combinación con la infantería, resultó ser mortal para las
fuerzas persas.
Alejandro Magno comandando una carga de los hetairoi
Los jinetes llevaban túnicas
de manga larga de color púrpura medio, así como mantos amarillo-dorado
con ribetes púrpura del mismo tono. Su coraza estaba hecha con pequeñas
escamas de metal, forrada de cuero o lino blanco que le proporcionaba
gran elasticidad. La cabeza de los jinetes iba cubierta con un casco. Al
principio fue del modelo frigio, aunque Alejandro impuso el modelo
beocio, que aunque más simple, portaba los distintivos del rango del
caballero. Su equipamiento lo completaba una lanza de 3 metros hecha con
madera de cornejo y provista de dos puntas, para poder ser utilizada en
caso de ruptura. Como arma secundaria, el caballero portaba en el
costado izquierdo una espada curva llamada kopis. En la época de
Alejandro, no llevaban escudo.
La caballería tesalia:
Las fuentes nos dicen que la caballería tesalia era la mejor unidad de
caballería del ejército macedonio, lo que pudiera ser cierto ya que
estaba formada por nobles tesalios, considerados los mejores jinetes del
Mundo Antiguo. Sin embargo, por razones políticas y sociales, los
Compañeros, como hemos visto, eran el cuerpo de mayor rango en el
ejército. Por lo que los tesalios quedaron relegados a una posición
menos importante en el ala izquierda.
Se estima que era
una fuerza de 1 800 lanzas, al igual que los hetairoi, por lo que es de
suponer que La organización y el equipamiento de la caballería tesalia
era similar al de estos.
A la izquierda, un jinete tesalio con traje de caza; a la derecha, un oficial de caballería tesalio ataviado para el combate
Vestían túnicas rojas de manga
corta, sobre la que llevaban un manto de color púrpura oscuro, con un
ribete blanco en cada extremo, así como una coraza blanca. Como arma,
empuñaban lanzas muy cortas y en combate, generalmente, empleaban
formaciones romboidales.
En las batallas de Gránico,
Issos y Gaugamela, la caballería tesalia, situada en el flanco
izquierdo, estuvo mandada por Parmenion. Y aunque llegó a ser
considerada la mejor unidad de caballería del ejército macedonio, su
actuación nunca fue decisiva durante las tres grandes batallas contra
los persas; ya que siempre la iniciativa corría de parte de los
Compañeros, la caballería pesada del flanco derecho comandada por
Alejandro.
La caballería aliada: Los estados griegos de
la Liga de Corintio estaban obligados a contribuir tanto a la
caballería como a la infantería de la fuerza expedicionaria de
Alejandro.
Parece ser que ninguna ciudad griega
contribuyó de forma individual con un escuadrón completo, sino que cada
una de estas unidades estaba formada por varios contingentes de una zona
concreta. En todo caso, 600 jinetes, al mando de Erigio, cruzaron el
Helesponto con Alejandro. Probablemente son los tres escuadrones que
lucharon en Gaugamela: el escuadrón de peloponesios y aqueos, la
caballería de Ftiótide y Malis, y un escuadrón de jinetes locrios y
focenses.
A partir de su posición en las distintas
batallas, se deduce que la caballería aliada era una unidad de
caballería pesada, aunque no tenemos detalles sobre su vestimenta o
armamento. De todos modos, tras la batalla de Issos, la caballería
aliada se destinó al servicio del sátrapa de Siria, y allí es probable
que recibiese refuerzos de Europa.
Los prodromoi: o
exploradores, suele aplicarse a los cuatro escuadrones de caballería
tracia que formaban parte del Escuadrón Real, pero también se utiliza
para designar a los otros escuadrones de la caballería auxiliar tracia
que servían con el ejército. Es posible que los prodromoi y el escuadrón
peonio sumasen 900 jinetes, aunque es posible que esta cifra aumentase
con la caballería ordisia y al refuerzo de los 500 jinetes tracios que
se unieron al ejército en Menfis.
Esta caballería
ligera era empleada para misiones de reconocimiento, de persecución e,
incluso, para provocar el inicio de las batallas. Aunque efectivos, eran
muy aficionados al alcohol, a las mujeres y al pillaje y parece ser que
los oficiales macedonios que estaban a su mando acabaron adoptando sus
mismos hábitos.
Al fondo, podromoi de caballería ligera tracia, antes de que el casco frigio y la xyston corta fuesen sustituidos por el casco beocio y la larga sarissa. Frente a él, soldado de infantería ligera y compañero de infantería con perros de caza.
La caballería mercenaria: En sus
primeras campañas, Alejandro no disponía de una buena caballería ligera,
por lo que contrató mercenarios, en especial en la campaña de
Gaugamela, donde la estrategia dependió, en gran medida, de una buena
información sobre los movimientos del contrario. Allí se utilizaron dos
brigadas de jinetes mercenarios.
Es probable que
combatiesen con lanzas y espadas y como única protección el casco
beocio, las botas, la túnica y el manto. Su apariencia debía ser similar
a la de los prodromoi, con la única diferencia de los colores de su
atuendo.
La caballería se completaba con
varios cientos de jinetes aliados, provenientes de diversos lugares, que
llevaban a cabo distintos roles y empuñaban distintas armas. Además,
cuando Alejandro regresó de la India, la caballería había sufrido
reformas drásticas, e incluía a miles de arqueros a caballo y caballería
pesada formada por asiáticos, ya que el conquistador macedonio nunca
tuvo reparos en adoptar todo aquello que veía útil y ventajoso.
Es
importante destacar, y aquí podemos intuir la importancia de este
cuerpo, cómo los caballeros estaban tan bien considerados como los
oficiales y pasaban a la reserva a la edad de 55 años, además de
beneficiarse de recompensas y privilegios suplementarios.
Los elefantes de guerra
Este
tanque de la antigüedad ya era habitual en las guerras del
subcontinente indio desde el 1100 a.C. Pero hasta la campaña contra
Persia por parte de Alejandro, los europeos no se habían enfrentado a
tales bestias en un campo de batalla.
Serían los
ejércitos macedónicos los que se enfrentarían por primera vez a los 15
elefantes de Darío III en la batalla de Gaugamela, 331 a.C. Por suerte
para los macedonios, y para desgracia de los persas, estos no se
emplearon en una carga frontal contra las falanges macedónicas y
permanecieron en la retaguardia, tal vez eso inclinó la batalla a favor
de los griegos.
Por lo que el primer encontronazo con
estas bestias se dio en el 326 a.C., en la batalla de Hidaspes, actual
Punjab paquistaní, cuando el rey Poro empleó sus 200 elefantes contra la
caballería macedónica. La clave del éxito de Alejandro se debía, en
parte, a su habilidad para crear huecos en las líneas enemigas a través
de los que poder cargar con los hetairoi. Poro sabía que unos caballos
no habituados a estos animales podían desbaratar la formación de
combate, por lo que decidió formarlos en línea, delante de sus infantes.
Pero Alejandro, gracias a su espléndida infantería y una maniobra
envolvente de la caballería de reserva, logró vencer la batalla. No
obstante, el conquistador macedonio se dio cuenta de la extraordinaria
ventaja que representaban unos elefantes de guerra bien adiestrados y no
dudó en hacer uso de ellos.
Elefantes y guerreros seleúcidas
De este modo, tanto
Alejandro, como “sus sucesores”, los Diádocos y, sobre todo, sus
descendientes los Epígonos, acabaron incorporando los paquidermos a sus
ejércitos. Debido a su envergadura, fuerza y resistencia tenían una gran
polivalencia y fueron usados para cargar contra la infantería, luchar
contra la caballería enemiga, como plataforma de disparo de proyectiles,
para proteger a la infantería, en los asedios o para transporte de
máquinas e ingenios de todo tipo.
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